¿TE CUENTO ALGO GRACIOSO?
Me formé en educación positiva porque me convertí en madre.
Sí, simple y llanamente, fui madre y sentí la necesidad de encontrar el secreto de la crianza feliz.
Y es que...
¿Hay algo más difícil que criar?
¿Más difícil que enseñar a caminar por el mundo a otro ser humano?
¡Yo creo que no!
Antes de ser madre yo era de las que decían cosas como:
“Un buen cachete a tiempo siempre viene bien”
O incluso…
“La educación tradicional tampoco es tan mala, al fin y al cabo, aquí estoy yo…”
“¿Qué es eso de hablar o dialogar con un niño? Pero que son niños, no entienden.”
y mi favorita…
“Un buen cachete a tiempo siempre viene bien”
O incluso…
“¿Qué es eso de hablar o dialogar con un niño? Pero que son niños, no entienden.”
y mi favorita…
“La educación tradicional tampoco es tan mala, al fin y al cabo, aquí estoy yo…”
Pero las cosas cambian y el pensamiento también.
Un día decidí aventurarme, junto a mi marido
En el maravilloso mundo de la familia.
Así, a lo loco, sin pararnos a pensar en lo que vendría después.
Y es que ese momento es tan perfecto…Y los bebés son tan bonitos…
Te sientes como en una nube, ¿verdad?
Hasta que el bebé deja de ser tan bebé y empieza a tomar el control de su vida y de la tuya.
Llegan las rabietas, el temido “NO” y comienzas a perder el control.
Los berrinches son el pan de cada día.
La perfección parece que solo encuentra cabida mientras duermen. Es en ese momento en el que todo está en silencio y tu angelito duerme como si todo lo que ha sucedido durante el día fuera solo un sueño.
Pero no, no lo es.
ESPERA, ESPERA...
Si todavía no has llegado a esta etapa, rebobina, sal de mi página y sigue disfrutando de tu momento perfecto.
Pero si ya te has enfrentado a
al “nooooooo”
al “yo solita”
te han arreado el primer manotazo
Igual quieres algunos consejos gratis y esos te los doy si dejas aquí tu email.
Seguimos…
Mira, los dos primeros ‘berrinches’ que tuvo mi primer hijo los “solucioné” con cachetes en el culete.
No tardé mucho en darme cuenta de que por ahí no íbamos bien. Lo único que conseguía era sentirme culpable porque volcaba mi frustración en él.
Tenía la necesidad de buscar otras soluciones y empecé a investigar. Leía y escuchaba todo lo que caía en mis manos sobre el comportamiento de los niños, el cerebro infantil, cómo gestionar las situaciones complicadas… TODO.
Lo que veía en RRSS, artículos o cursos, que te aseguraban con cuatro pautas una solución en poco tiempo, solo me provocaba más frustración y desesperación.
Muchas veces me hacían sentir mala madre, incapaz de controlar sus enfados sin gritos ni conflictos.
Entre cursos, certificaciones de varias metodologías, libros, conferencias, foros, artículos y siete años de práctica en mi propia familia, he aprendido a observar a mis hijos, a analizar las situaciones críticas, a aplicar (según el estilo de cada uno de ellos) una educación con respeto, amabilidad y límite. Pero sobre todo he aprendido cómo sacar provecho de mis propios errores, que por cierto, sigo cometiendo.
No me gusta seguir una metodología concreta básicamente porque tengo dos hijos y si algo me ha quedado claro es que...
unas necesidades particulares.
CADA UNO TIENE UNAS NECESIDADES PARTICULARES.
De nada te va a servir centrarte en montessori o pikler, o la que sea que esté de moda ahora, si eso hace que pierdas de vista sus necesidades y sus tempos.
Y ENTONCES... ¿QUÉ HAGO?
Pues siento decepcionarte pero no tengo varitas mágicas y no las tengo porque no las hay.
Eso sí, te garantizo que si aprendes a escuchar, a mirarles a la cara y a controlar tus prejuicios de adulto, con ganas y esfuerzo, habrá un antes y un después en la vida de tu familia.
Aquí hablo de casos reales, es gratis y doy muchos consejos por los que yo misma he pagado. Te espero al otro lado si te animas.
Y ahora que ya nos conocemos mejor te invito a formar parte de mi lista VIP.
¿No sabes qué es la lista VIP?
Verás, tú me dejas tu email aquí y yo te enseño (si quieres) a transitar por las distintas experiencias de crianza a las que se enfrentan en su día a día, para conseguir armonía, conexión y buena comunicación familiar.
